domingo, 17 de agosto de 2008

Como si la lluvia

"mis dedos olvidan el alfabeto del deseo"
(Julio Arístides)

Como si la lluvia hubiera clausurado
la fina provisión de urdimbre
y todos los vientos fueran a estrellarse
contra la ausencia sin atenuantes de tus besos,
mis dedos ya no tejen con los hilos del agua
la historia de dos bocas y dos sexos
con la que aprendimos a asomarnos
a la eternidad.
No estás y Dios persiste en su silencio.
Ya no hay rosas en el aire,
sólo este rumor de jardín anochecido
donde los jazmines se marchitan
en macetas abrumadas de herrumbre.
Fue entre tus brazos que,
como una sacerdotisa del deseo,
encendí las primeras estrellas y las últimas.
Todo lo dejo allí, en el libro infinito
donde quedan trazadas las palabras
que inventé para escribirte el mundo.

Beatriz Mir
2° Premio de los Juegos Florales
"Jorge Bossio - 2008"
SESAM Sociedad de Escritores de San Martín
Gral. San Martín, 16 de agosto de 2008


Beatriz, estupendo poema que colocaré en el blog de SESAM y en el Nº 83 de la REVISTA SESAM. Indudablemente es un placer su lectura y difusión que te cuenta entre los mejores poetas.
Isabel Llorca Bosco
Secretaria de la REVISTA SESAM
Un abrazo
Isabel

lunes, 11 de agosto de 2008

No hay rosas en el aire

Avanza el domingo tropezando
sobre horas estancadas que se amontonan
en el alma como una sola
hora gris y pegajosa.

Avanza el domingo sobre un sol
que ya anuncia no salir
y yo me quedo encima de estas ruinas
salvando lo insalvable,
dejando pedazos de amor roto
esparcidos y distantes.

No hay rosas en el aire,
es lunes en toda la superficie de la soledad,
la memoria dibuja su pasado.
Ruedo por la endeble esperanza,
me afirmo sobre mi castillo de naipes
y canto en silencio la canción
que el viento dejó en mi ventana.
(Be@)

miércoles, 23 de julio de 2008

Desarraigo

Hay que aprender a mirar otro cielo,
hay que acostumbrarse al olor de otro aire,
es necesario entender que las cosas
se desprenden de la costumbre
y que el amor se hizo vuelo
en un giro del tiempo
sin detenerse
a contemplar
ni un instante
esta nueva forma de la soledad que
se instala desde la raíz hasta
el aliento insulso de los días.
Es imprescindible aprender a mirar,
dejar atrás los restos del naufragio,
buscar una flor entre las ruinas
y partir.

Rojo y redondo


Rojo y redondo
amanece por primera vez
después de tanta noche.
El milagro del sol
estrenó ventana
y cielo

martes, 1 de julio de 2008

En esta tierra

En esta tierra donde arraiga la ausencia
se caen del rocío los pétalos del aire,
se trepan por la lluvia miniaturas cobardes
que arrastra la memoria con trazos desiguales.

En esta tierra donde apenas existo,
al ritmo de mi corazón se obstina un poema.
Incrustado en el silencio se abre paso
entre los dedos del viento,
buscando resonar precario de lenguaje.

A fuerza de soledad me hago desierto,
desaparezco entre los pliegues del alba
que no me reconoce.

miércoles, 25 de junio de 2008

Corazón baldío

Sola el alma y el corazón baldío
por una tierra de humo donde siempre
es de noche,
donde se apaga el fuego y nieva ausencia
y nieva silencio y nieva.

Sola con tanta muerte a cuestas
que la vida se me encoge aterida
detrás de los muros roídos por la pena.

Contando míseras monedas que no alcanzan
para echar a cara o cruz la suerte en una esquina,
camino sin tener a donde ir, camino sin poder volver.

Camino y nieva el humo silencioso y espeso
de la hoguera marchita que me mira pasar y no me ve.

Beatriz Mir

domingo, 22 de junio de 2008

Me pone distancia

El poema se silencia solo,
decide el final sin punto y parte,
enmudece.

Ya dijo lo que vino a decir y,
poco o mucho, eso es todo.

De aquí en más prescindirá de adornos
y palabras resonantes.

El poema se emancipa de mi tutela,
me pone distancia y respira su propio aire.

Me cierra la puerta sin decir gracias;
sabe perfectamente que soy su amanuense,
me obliga a acatar su potestad y su desdicha.

Beatriz Mir

sábado, 21 de junio de 2008

Variaciones sobre poesía - Eduardo González Lanuza (Fragmento)

Pienso en los que consideran a la poesía como agradable adorno de la vida, como objeto de "confort", y me sonrojo por ellos. En los que quieren utilizarla para satisfacer su vanidad o lucir su inteligencia, y me sonrojo por ellos. En los que la confunden con los plumajes del ave del paraíso o los cantos del ruiseñor y aspiran a convertirla en simple reclamo de lo erótico, y me sonrojo por ellos. En los que la consideran adecuada para encubrir discursos o consejos morales, y me sonrojo por ellos. Pienso en los premios literarios, en las ediciones de lujo, en las declamadoras. Y me sonrojo por ellos.
Y pienso en mí, me imagino averiguando cuál es el objeto infinito de la poesía, y persistiendo, increíblemente en su persecución. Y me sonrojo también por mí mismo, más que por ningún otro.

Poesía y realidad - Ensayo por Gianni Siccardi

Se puede escribir con el cuerpo. Se puede leer un poema con el cuerpo. Eso nos permite eludir la penosa obligación de ser inteligentes. Podemos entonces entregarnos a uno de esos gozosos estados en el que no es raro sentir un falso mareo, un ilusorio sudor en las manos, un leve temblor, quizás, o una suave e imaginaria aprensión en el pecho o en el estómago, una pérdida de la noción del paso del tiempo. Sí, detenemos el tiempo, dejan de suceder cosas. Somos un ser vivo, viviente. Podemos pensar directamente, sin que la mente arruine la fiesta.
Holderlin ha dicho que la poesía es un tomar posesión de la realidad. Pero ¿de qué realidad habla? ¿Hablará de esa montaña informe de nuestros fugaces, cambiantes estados de ánimo? ¿De esos que podemos llamar "basura psicológica"?, ¿ese aire irrespirable de nuestras emociones negativas, las únicas que conocemos en nuestro estado o nivel habitual de conciencia? ¿De eso de lo que dan cuenta tantos poemas que se empeñan en pasar por poesía? ¿De eso que debería quedar reservado para consultorio de psicoanalista? No me parece. Creo que se refiere a una verdad inmutable. En nuestros estados comunes de conciencia somos capaces de abrirnos paso en el maremagnum, en esa verdadera avalancha que es la realidad y tocar su esencia inmutable.
El arte no evoluciona, se ha dicho mil veces, y yo no tengo dudas de eso porque la esencia de la realidad no evoluciona. El diálogo con la realidad que un poeta, en uno de esos raros y gloriosos estados alterados de conciencia, mantuvo -por ejemplo- hoy en Buenos Aires, podría haberse producido hace cinco mil años en China o en África. Cátulo, el aristócrata, en su palacio de la Roma imperial de hace casi dos mil años, escribió algunos poemas que les hablan a más de un porteño del siglo XXI que los lee conmovido, ayudado por sus anteojos y por la luz de una lámpara eléctrica, junto a la computadora y el televisor apagados. Y este plebeyo puede instalarse en la realidad creada por el patricio romano si cuenta con la suerte de que no suene el teléfono en su modesta vivienda de este país del tercer mundo.
La poesía es tomar posesión de la realidad. La realidad del amante, la realidad del místico, la realidad del poeta. Cada uno de ellos se conoce, y se reconoce, en su experiencia. Cada uno de ellos es su realidad. Cada uno crea su realidad, pero también es creado por ella. El artista principalmente suele esforzarse para que su arte esté a la altura de su vida. El artista maduro se esfuerza para que su vida esté a la altura de su arte. Cuando un poeta dice "soy mis poemas" -como han dicho muchos, con esa o con otras palabras- no está reclamando que se crea que sus poemas son él, no está defendiendo la autenticidad de sus poemas, está diciendo algo que sólo puede entender otro artista. Está diciendo que es en sus poemas así como el amante es en la expresión amorosa y el místico en la experiencia mística. Y cada uno de ellos puede transmitir sólo a algunos su experiencia porque es una experiencia del ser. El que ha experimentado un verdadero amor siempre fracasará al querer transferir su realidad a alguien que no haya verdaderamente amado. Es fácil transmitir a todos lo que pensamos pero es imposible transmitir a todos lo que somos. El místico puede comprender lo incomprensible, el amante puede conocer lo que no puede ser conocido, el artista puede expresar lo inexpresable. Pueden lograr lo imposible por un acto de la más pura y formidable inocencia.
Infinitas veces se han comparado la poesía y el amor. Y es verdad. En ambos se da la paradoja de que la libertad total sólo se alcanza por la entrega total.
Sabemos que los amantes en un acto de la más pura inocencia detienen el tiempo, hacen cesar el pasado y el futuro, el día y la noche, el orgullo y la vergüenza, y nombrándose en silencio crean un mundo. El poeta también crea un mundo con sentido que se opone al patético sinsentido del mundo.
A todo poeta le son dados algunos poemas que sólo él podrá escribir. Esa es su enorme responsabilidad: nadie podrá escribir aquellos poemas que por desidia o distracción él haya dejado de escribir. Cuando el poeta escribe es un náufrago, en el momento en que el náufrago ha dejado de luchar. El tiempo se detiene. El encanto de la vida se esfuma. Las opiniones se evaporan. Los estados de ánimo dejan de fluir. La imaginación deja de proyectar su film. El ser que escribe pierde su astucia, olvida su habilidad. Y no sabe cómo reaccionar, sólo que no hay nada a qué reaccionar. El hechizo latente de las palabras de pronto se ha despertado en él y entonces advierte los límites estrechos de su pobre conciencia habitual amarrada a la pequeña y fácil maquinaria del pensamiento lógico, y transpone esos límites.
La poesía es un tomar posesión de la realidad. Cuando un poeta dice "soy mis poemas", otro poeta podría contestarle "no dijiste algo que no supiera, y es más, estoy seguro de que sos los poemas que has escrito y también los que no has escrito".
Drummond de Andrade ha dicho:

"Gasté una hora pensando un verso
que la pluma no quiere escribir.
Sin embargo él está aquí adentro
inquieto, vivo.
Él está aquí adentro
y no quiere salir.
Pero la poesía de este momento
inunda mi vida entera."

El amante o el místico podrían decir lo mismo: la experiencia de este momento inunda mi vida entera. Preguntémosle a Rumi y nos contestará con su flauta de caña. ¿Qué es el poema sino un testimonio del estado de conciencia que le dio origen, un rico o un pobre testimonio?
Escribimos poesía para entrar en nuestro ser. Para ser dignos de conocer sus secretos. No es sencillo despertar al hombre maravilloso que hay en cada uno de nosotros. Sin embargo, lo que podemos con toda propiedad llamar vida es lo que transcurre en los raros momentos en que está despierto ese hombre maravilloso que casi siempre está dormido dentro nuestro. El resto es imaginación, accidente.
La poesía es tomar posesión de la realidad. El poeta se entrega a un estado de conciencia que excluye el señorío. Él lo domina, él no conoce, pero en ese estado puede percibir una realidad que no conocía. Y no hay ninguna continuidad asegurada. Ningún poeta puede estar seguro de que las palabras que ha escrito hoy no sean las últimas que le sea dado escribir. No hay astucia, no hay destreza, no hay inteligencia en este mundo que nos abra la puerta de la poesía. El poeta que nos habita jamás será un hombre de buen sentido. Para él es oscuro lo que es claro para todos. Él busca lo que todos ya han encontrado y desechado. Con su energía emocional despierta, quizás logre penetrar en el mundo real, en uno de los infinitos mundos reales. Para Raúl Gustavo Aguirre era oscuro lo que era claro para tantos. Por eso escribió: "Quizás la poesía sea / -cuando ya todo / lo que era poesía / se malogró en el tráfico- / quizás pudiera ser / este andar silencioso / en medio de la noche, / este derrrumbamiento / del que sólo quedó / algo invencible y nulo. / Quizás, entonces, sea / este no a lo de siempre, / este lápiz mordido, esta intranquilidad, / este temblar por nada."
La poesía nos llama constantemente. Pero sólo a veces estamos en condiciones de escuchar su llamado. En este momento, en muchos lugares del mundo algunos poetas estarán escuchándolo. Y, sin duda, otros grupos -como nosotros- están leyendo o escuchando esas palabras vivas, ardientes, verdaderas. Entremos confiadamente en la casa de la poesía, que es lo mismo que decir en la casa del ser.
La poesía es a muerte. No hay antídoto contra la poesía. Ni siquiera el mundo, la distancia, el olvido.

(Extraído de la Revista OMERO poesía - Octubre 2006 Año 8 N° 14)


jueves, 19 de junio de 2008

Destierro

Un dios sin cara y sin nombre me desterró
de la geografía por donde mis pasos urdían la trama incierta
de un poema sin descifrar.
Como un paria sin norte ni destino voy
por una tierra que no me pertenece, voy
sin tener a quien volver.
Sólo preguntas retumban
en la noche amurallada de soledad.
Sólo mi voz se estrella en el fondo del abismo y
al cabo de tanto andar buscándole colores y sonidos
a esta historia de vivir, un dios sin cara y sin nombre me apagó
las luces y la música llevándote al inconcebible país del no ser.
A mí me dejó aquí, ahuyentando sombras,
interpelando al silencio desde el inconmensurable espacio de la pena
y sabiendo que al perderte se derrumbaron para siempre
mis estrellas.

martes, 20 de mayo de 2008

La noche envolvió a la luna

La noche envolvió a la luna
con manto de terciopelo
y huyó con ella en los brazos
rescatándola del sueño.

La noche escondió a la luna
y se la llevó muy lejos;
aquí se quedan llorando
los grillos su desconsuelo.

Arrinconada en el hueco
de unos brazos que se fueron,
mi pena amanece sola
contra un muro de silencio.

jueves, 15 de mayo de 2008

Lejos de mi

Lejos de mi, trazo itinerarios sobre una tierra extraña.
Lejos de mi, los labios que pronunciaron las sílabas de un nombre
y un destino.

Lejos de mi, camino arañando las paredes grises de tu silencio,
soltando al aire el aliento de las palabras que ya no serán dichas

Lejos de mi, ahuyento los besos que se trepan a mi boca
y despliego el mapa donde dibujó el ayer un montón de promesas
incumplidas.

Lejos de mi, desde la tarde última, voy arreando sombras por las piedras.
Mientras tanto, todos los te quiero se me desbarrancan por el abismo
infinito de tu ausencia.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Ventana


A veces pasaron siglos en un día, otras,
el tiempo se detuvo,
se suspendieron, expectantes, las horas
y el ritmo de la vida dio una vuelta en el aire,
un salto mortal, sin red y sin aliento.
Por ella vi alejarse los destellos candentes
del último verano,
miré al invierno desnudar el árbol y al camino
traerte de regreso.
Detrás de su cristal vi inclinarse la noche
transida de estrellas y tan azul, tan azul...
Vi también soles atravesando mi tiempo de partir
y regresar cuando la vida trepaba a lo más alto
y yo volaba con aquellas alas prestadas a mi urgencia.
Por aquí pasaron amaneceres y cadencias
en las que acuné la marcha y el camino.
Por aquí se cerraron a la luz y se abrieron al silencio
las palabras al borde del abismo.

Sola

Sola,
con dos orillas de lágrimas
que vienen a cobrarle peaje a mi tránsito
por esta ciudad que ya no puede reconocerme.

Sola,
como un puerto que nunca pueblan los que llegan,
donde no sobreviven las alondras
y se incendian los puentes.

Me dieron esta página y una lengua imperfecta,
un silencio, una cadencia, un charco de cristal
por donde pasa el cielo que se interna en mis dedos
y me toca los siglos en los huesos.

lunes, 17 de marzo de 2008

A otro patio

Los alados jazmines del verano se fueron
a florecer a otro patio.
Ahora tengo otro nombre,
ahora vos no me llamás por ninguno.
Aquí reina un silencio sin perfume
que apagó todos los candiles a su paso.
El horizonte se ha puesto de pie
y amenaza con dejarse alcanzar.

La lluvia cae lejos y moja otras voces,
otro idioma, otros sueños.
En algún vértice comenzaron a derrumbarse
las estrellas que sembraron los dioses de la risa
y la esperanza.
Enmudecieron las manos y los ojos se cierran;
en la que fue mi casa cae un telón de ruinas.

No hay rosas en el aire

No hay rosas en el aire.
Es lunes en toda la superficie de esta soledad.
La memoria dibuja su pasado,
ruedo por la endeble esperanza,
me afirmo sobre mi castillo de naipes y canto
en silencio la canción que me dejó el viento en la ventana.

Sólo el amor

El desierto se ahueca y se ahonda,
las palabras se persignan,
le dan la espalda a la cruz donde
agoniza la inocencia del mundo.

Sólo el amor,
como un destello fugáz,
se aferra al último leño del naufragio.

Sólo el amor acuna los fragmentos
que la marea arrojará sobre una playa.

domingo, 28 de octubre de 2007

Oración

Un viento frágil de primavera
agita espuma en las copas de los árboles.
Emerge el despertar de la aurora encandilada,
la luz hiere los ojos que se resisten a mirar el día,
luego parpadea la vida que demanda y se aferra
a los sueños de la vigilia.

Día tras día te espero en el milagro, ´
día tras día buscando las palabras para alcanzar
la lejana región donde las súplicas
alcanzan la misericordia y la compasión
por nuestra humana pena.

Y siempre ese silencio, esa presencia intangible
que nos reclama fe para ser escuchados. Pero
la fe se resiente con tanto dolor. Se resqubraja
y por esas fisuras juega su mejor carta la derrota.

lunes, 6 de agosto de 2007

Las palabras

Mis palabras huyeron hacia otra orilla. Quizás necesitaban una voz que ya no encuentro y, aburridas de esperar, emigraron sin despedirse. Las palabras ahora son de otros.

Dice Rosa Montero en "La loca de la casa":

"Las palabras son como peces abisales que sólo te enseñan un destello de escamas entre las aguas negras. Si se desenganchan del anzuelo, lo más probable es que no puedas volverlas a pescar. Son mañosas las palabras, y rebeldes, y huidizas. No les gusta ser domesticadas. Domar una palabra (convertirla en un tópico) es acabar con ella."

"El ruido de la propia vida siempre entorpece. Por eso hay que alejarse."

viernes, 15 de junio de 2007

Luna de río



Lejos habrá otro río donde la algarabía
rompe lunas de hielo y devora las trizas.
Lejos, donde no llegan los latidos que mi ansiedad apura,
dormirás con mis sueños mientras cae la lluvia
y la noche será rotunda, plena,
tendrá estrellas colgadas y cientos de luciérnagas.


Sobre la tierra áspera las sombras acarrean
puñados de murmullos que pasan y se alejan.
De pronto me parece que tus pasos
pero sólo son pasos que alucina la arena.
Sé bien que no vendrás y sin embargo
algo que se parece a la esperanza me sostiene
expectante en esta orilla.


En la palma del agua mi nave sin sosiego
pone proa hacia el vértice de la noche profunda,
sale a buscar palabras para alcanzar la altura de tu vuelo,
va sin vela y sin brújula, cruje en celo.
Algún destello habrá para orientar el rumbo:
un rayo, una señal de otros exploradores del silencio.
Habrá una épica en la memoria del viento
y una cadencia que el tiempo no olvidó.
Cuento con eso.