miércoles, 11 de marzo de 2009

POEMAS PRENDIDOS EN EL CUERPO / Be@

Con el instinto alerta voy subiendo la cuesta que la geografía dibujó en mi mapa. A veces me detengo a pasar largas horas merodeando las profundidades del silencio. Cuando regreso a mis pasos,encuentro algún poema que se me quedó prendido en el cuerpo. Guardo esos poemas como quien colecciona luceros al amanecer o puertas secretas en el aire. Sé que ellos esconden la clave, la recóndita e infinita sustancia con que se engendran las palabras y los sueños. Sólo con sus dedos imperceptibles podré tocarte un día. Un día cualquiera te llegará la música silábica con que murmura la vida que me diste, el lenguaje con el que apenas puedo balbucear el asombro.
Mientras tanto, salgo a caminar por la curva empinada de un destello para olfatear la melodía de un poema que aun no encuentro. Sé que me está buscando en el laberinto de luces y sombras, lo huelo, lo percibo. No se han cruzado nunca nuestras coordenadas, tal vez jamás se encuentren de este lado del eco, pero a veces estamos tan cerca que puedo sentir su textura y su resplandor crujiendo como el fuego en la tormenta del deseo.
Desde antes de ser he ido hilvanando poemas como cuentas de un collar que luego se lleva la marea. En ocasiones, el mar devuelve, como al descuido, fragmentos, pedazos tristes e irreconocibles de un todo que no puedo recordar. Atravieso la playa para levantarlos, como una ladrona, los escondo debajo de mi ropa. Me los llevo pero aun no me alcanzan.