Habrá que acometer la utopía,
lanzarse sobre la primera alfombra
mágica que pase cerca y abrevar
el agua de la esperanza
hasta el fondo del cuenco.
Habrá que aprovisionarse de mañanas azules
y hacer acopio de estrellas fugaces
con deseos por cumplir y
habrá que resolver por el absurdo
el azoramiento frente a la sinrazón,
inventar un espejo que ponga del revés
nuestras miserias.
miércoles, 25 de abril de 2012
PORQUE LA LLUVIA PASA / Be@
Porque la lluvia pasa como pasa la mano por la hoja
sedienta que demanda palabras que no conozco.
Entonces la mano escribe con las pobres pordioseras
que arrastran jirones de poemas gastados.
Porque la ventana esta abierta a una noche
que no alcanzo a deletrear y se parece tanto
al océano donde naufragó la luna de ayer,
en mi trono de pájaros desgarrados,
ahueco las manos sobre la boca y le grito
que me devuelva el cántaro
que olvidé en la orilla al amanecer.
Porque la lluvia pasa, pasa el sonido de la vida
de los otros y también pasa esta absurda canción
que tararean los fantasmas que hablan la lengua del viento,
mientras la memoria manipula el pasado en cofres
filigranados, lo pinta con colores brillantes o
lo arroja al fuego, el inextinguible fuego del olvido.
La memoria manipula mi historia como quien
teje una manta con sobrantes de lana vieja
que encontró en el fondo del armario.
Luego enciende una fogata y me invita a sentarme
a escuchar su versión atestada de falsedades.
sedienta que demanda palabras que no conozco.
Entonces la mano escribe con las pobres pordioseras
que arrastran jirones de poemas gastados.
Porque la ventana esta abierta a una noche
que no alcanzo a deletrear y se parece tanto
al océano donde naufragó la luna de ayer,
en mi trono de pájaros desgarrados,
ahueco las manos sobre la boca y le grito
que me devuelva el cántaro
que olvidé en la orilla al amanecer.
Porque la lluvia pasa, pasa el sonido de la vida
de los otros y también pasa esta absurda canción
que tararean los fantasmas que hablan la lengua del viento,
mientras la memoria manipula el pasado en cofres
filigranados, lo pinta con colores brillantes o
lo arroja al fuego, el inextinguible fuego del olvido.
La memoria manipula mi historia como quien
teje una manta con sobrantes de lana vieja
que encontró en el fondo del armario.
Luego enciende una fogata y me invita a sentarme
a escuchar su versión atestada de falsedades.
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