miércoles, 30 de mayo de 2007

Literatura de Oriente




HAIKU


El haiku se compone de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, sin rima. Suele contener una palabra clave denominada kigo que indica la estación del año a la que se refiere.
Tradicionalmente el haiku, así como otras composiciones poéticas, buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones, o la vida cotidiana de la gente.
Con el fin de acompañar el haiku, muchos poetas realizan una pintura, generalmente sin demasiada perfección. Matsuo Basho fue el primer poeta en adoptar esta forma del haiku que hoy domina en las grandes esferas de este género.
El haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento
Aquí dejo algunos haikus que mi imprudencia occidental se atrevió a trazar en alguna tarde de arroz.
Haiku
por Beatriz Mir


I

Ya no me mira.
Un silencio estancado
cuelga la tarde.

II

Canta distante;
no es esta la lluvia.
Vuelvo al principio.

III

Esta mañana
un aire de jazmines
abrió en tus ojos.

IV

Si no es tu voz,
¿con qué otro acento
dirá la esperanza?

V

Estos rumores
que hieren la ausencia
vuelan sin rumbo.

VI

Espejo loco,
tergiversa lo que ves,
copia el olvido.

VII

En el silencio
urden mis pesadillas;
libros me acechan.

VIII

La biblioteca
crece como la hiedra
que cubre el muro.

IX

Misterio y piedra
alzan su laberinto.
Suenan mis pasos.

X

Algunas veces
oigo entre la penumbra
voces de letras.

XI

Tristeza suave
que se lleva el domingo
sobre los hombros

XII

Silbido haragán,
manos en los bolsillos
remonta vuelo

XIII

El cielo rojo,
el agua anochecida,
nadie en la calle

XIV

En el cuaderno,
la soledad alerta
escribe versos

XV

La mesa sucia
del viejo bar abierto
es su escondite
XVI

No confía en
las musas polvorientas;
se hunde en el vino

XVII

Conmueve el aire
el rasguido del papel,
rompe la tarde.

viernes, 18 de mayo de 2007

Árbol rojo

En la fuente de la tarde hay un árbol rojo
que se estanca oscuro sobre el agua.

En el árbol rojo de la tarde habitan los duendes del otoño
y la filosofía de las mariposas
escrita con trazos de nervadura inclinada sobre la breve
iniciación del vuelo.

En el espejo de la tarde hay una fuente y un árbol rojo
que respiran el cielo y lo dibujan.

Mientras tanto,
los inefables dedos de una sombra,
urden, silenciosos, la trama de causas y efectos
sobre el lento rubor del horizonte.
Allí, relumbran en el aire las monedas
con que los dioses jugaron a cara o cruz
nuestro destino.

Una lluvia llegó y está cayendo
sobre los últimos destellos.
Los pasos eligen la distancia,
las alas siempre escogerán el vuelo y
sólo este anhelo se queda sin nombre,
sólo este océano que se queda sin playa.

Hay un enorme agujero en el corazón de la eternidad.
Allí siempre te espero.