viernes, 18 de mayo de 2007

Árbol rojo

En la fuente de la tarde hay un árbol rojo
que se estanca oscuro sobre el agua.

En el árbol rojo de la tarde habitan los duendes del otoño
y la filosofía de las mariposas
escrita con trazos de nervadura inclinada sobre la breve
iniciación del vuelo.

En el espejo de la tarde hay una fuente y un árbol rojo
que respiran el cielo y lo dibujan.

Mientras tanto,
los inefables dedos de una sombra,
urden, silenciosos, la trama de causas y efectos
sobre el lento rubor del horizonte.
Allí, relumbran en el aire las monedas
con que los dioses jugaron a cara o cruz
nuestro destino.

Una lluvia llegó y está cayendo
sobre los últimos destellos.
Los pasos eligen la distancia,
las alas siempre escogerán el vuelo y
sólo este anhelo se queda sin nombre,
sólo este océano que se queda sin playa.

Hay un enorme agujero en el corazón de la eternidad.
Allí siempre te espero.

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