El haiku se compone de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, sin rima. Suele contener una palabra clave denominada kigo que indica la estación del año a la que se refiere.
Tradicionalmente el haiku, así como otras composiciones poéticas, buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones, o la vida cotidiana de la gente.
Tradicionalmente el haiku, así como otras composiciones poéticas, buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones, o la vida cotidiana de la gente.
Con el fin de acompañar el haiku, muchos poetas realizan una pintura, generalmente sin demasiada perfección. Matsuo Basho fue el primer poeta en adoptar esta forma del haiku que hoy domina en las grandes esferas de este género.
El haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento
Aquí dejo algunos haikus que mi imprudencia occidental se atrevió a trazar en alguna tarde de arroz.
Haiku
por Beatriz Mir
I
Ya no me mira.
Un silencio estancado
cuelga la tarde.
II
Canta distante;
no es esta la lluvia.
Vuelvo al principio.
III
Esta mañana
un aire de jazmines
abrió en tus ojos.
IV
Si no es tu voz,
¿con qué otro acento
dirá la esperanza?
V
Estos rumores
que hieren la ausencia
vuelan sin rumbo.
VI
Espejo loco,
tergiversa lo que ves,
copia el olvido.
VII
En el silencio
urden mis pesadillas;
libros me acechan.
VIII
La biblioteca
crece como la hiedra
que cubre el muro.
IX
Misterio y piedra
alzan su laberinto.
Suenan mis pasos.
X
Algunas veces
oigo entre la penumbra
voces de letras.
XI
Tristeza suave
que se lleva el domingo
sobre los hombros
XII
Silbido haragán,
manos en los bolsillos
remonta vuelo
XIII
El cielo rojo,
el agua anochecida,
nadie en la calle
XIV
En el cuaderno,
la soledad alerta
escribe versos
XV
La mesa sucia
del viejo bar abierto
es su escondite
XVI
No confía en
las musas polvorientas;
se hunde en el vino
XVII
Conmueve el aire
el rasguido del papel,
rompe la tarde.
I
Ya no me mira.
Un silencio estancado
cuelga la tarde.
II
Canta distante;
no es esta la lluvia.
Vuelvo al principio.
III
Esta mañana
un aire de jazmines
abrió en tus ojos.
IV
Si no es tu voz,
¿con qué otro acento
dirá la esperanza?
V
Estos rumores
que hieren la ausencia
vuelan sin rumbo.
VI
Espejo loco,
tergiversa lo que ves,
copia el olvido.
VII
En el silencio
urden mis pesadillas;
libros me acechan.
VIII
La biblioteca
crece como la hiedra
que cubre el muro.
IX
Misterio y piedra
alzan su laberinto.
Suenan mis pasos.
X
Algunas veces
oigo entre la penumbra
voces de letras.
XI
Tristeza suave
que se lleva el domingo
sobre los hombros
XII
Silbido haragán,
manos en los bolsillos
remonta vuelo
XIII
El cielo rojo,
el agua anochecida,
nadie en la calle
XIV
En el cuaderno,
la soledad alerta
escribe versos
XV
La mesa sucia
del viejo bar abierto
es su escondite
XVI
No confía en
las musas polvorientas;
se hunde en el vino
XVII
Conmueve el aire
el rasguido del papel,
rompe la tarde.
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